de este cuerpo que culmina
otra terca desventura.
¡Qué sucia la conciencia a esta hora!
¡Qué sucias esas manos!
Qué sucio el corazón se queda.
Que ruina más absurda
levantarse entre escombros,
vender el alma, sin beneficio apenas.
Haber perdido la voz y la alegría
de unos ojos
que apuntan al infinito abismo.
La ruina encoje a uno hasta dejarlo mínimo,
pequeñito.
Hace sentir la muerte agradable compañera.
Yo siempre juré:
<<No volveré a tropezar en esa piedra>>
pero entre la ruina y yo
siempre existe esa extraña atracción
de lo que nunca muere del todo.
)aburrimiento, parálisis, rutina, mera supervivencia... eso es la ruina...(
©poesía incluida en mi libro "MI MÁS ÍNTIMO ENEMIGO"
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