y he tocado su dulce cuerpo
antes que los troyanos
regasen de sangre su pecho.
Antes que los aqueos
sucumbieran ante las naves negras,
yo fui testigo de su belleza
de su piel de terciopelo
tostada por sol del Olimpo.
Cuando Héctor abrió su costado
con su bronce agudo
y la negra sangre salió a borbotones
llegando las tinieblas a su alma,
fue entonces cuando
me di cuenta que mi sueño se acababa.
Puse dos monedas en sus ojos
y besándolo en sus labios muertos
y agarrando sus inertes manos
encendí la pira de leños
y su gloria se hizo eterna
mientras yo agonicé de amor.
) hoy zarpo de remero por el Egeo con el sol salado en lo alto(
zarparás de remero,viajarás como ulises, volverás al amor, con el sol salado en lo alto
ResponderEliminarabrazo*
hola Rayu.
Eliminarla soledad del mar
Jó, me encnata la historia de Ptroclo y Aquiles, una tragedia de las que hacen épica. Y me ha encantado que la utilizases para un poema tuyo. Ha sido maravilloso.
ResponderEliminarUn abrazo!!
;)
Gracias Pablo, tú tan considerado como siempre.Me alegra ver tus letras en mis entradas.
ResponderEliminarun abrazo gigante como el Caballo de Troya!!
que bonita historia la de Aquiles y Patroclo. Bonita y triste a la vez. Pero que bonito es que alguien pueda sentir todo esto y más si la persona por la que lo siente es por ti. Un abrazo, amigo! y te sigo desde ya
ResponderEliminarhola Diegui,gracias por pasar por este humilde blog. te esperaré en cada entrada.un abrazo grande
Eliminar