ha ganado al dudoso sol helado
de la tarde de invierno. Trastornado
vuelvo. Herido. Cansado. Con reproche
mi espejo me recibe. Un tenso broche
de gran pesadumbre con elevado
abatimiento me oprime. Manchado
mi rostro de vencimiento. Derroche
de destrozos estremecen mi cuerpo.
Vienes avasallando y me sorprendes
indefenso y desprevenido. Vences
siempre y yo rindo mis ojos y cuerpo
al fatal término triste que vendes.
Vienes tú, soledad y mi alma vences.
)a veces amiga pero cuando llega muy a menudo se convierte en enemiga...(
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