Ahora que la noche tizna de negro a la luna
y por los rincones no corren riachuelos de estrellas.
Mira a lo alto
y contempla como las nubes cumplen su función establecida,
como fieramente se amontonan en el cielo negro,
como la lluvia sucumbe y muere en el infinito.
La angustia pide paso entre las calles moribundas.
Los años se nos echan encima
como rápidas evoluciones de lodo
antiguo
como muros circuncidados de granito
como pesadas losas de egoísmo.
Se me cubren las espaldas de esa lluvia infinita.
Yo, mientras tanto, también tizno de noche mis pupilas,
mis quebrados huesos de perro cansado
que se disuelven entre esas calles huérfanas de estrellas.
Ya ni miradas púrpuras me quedan,
ni manos de lirios tengo,
ni mi pecho esta firme como roca
como mármol recién esculpido.
Ya no tengo pies veloces y alados,
ni esos algodonados labios rojos carnosos.
Los años se nos echan encima.
Y tuvimos amigos que desaparecieron
como la muerte hace desaparecer la vida.
Arriesgué mi integridad al destino
pero siempre llegaba la noche
y sus calles sin salida.
Como duele ese amor del que nadie se dio cuenta.
Y ahora llega mi insignificancia que llena todos los espacios
de esta noche tiznada de luna negra.
Esta insignificancia
que llena mi apergaminada vida.
)DAVE MATTHEWS
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