terminó pillado con mi mordaza
de acero. Agonizó. Mi tez mostaza
no disimuló la decepción. Quieto
quedé yo ante semejante gris gueto.
Lo triste de todo fue que la caza
del colorín la sentenció mi raza.
Yo fui el culpable. Lloró mi careto.
Me convertí sin darme apenas cuenta
en asesino. Yo pensé que el logro
me haría el gran jefe de la pandilla.
Pero no. Lloré mucho al ver la lenta
evaporación de su vida. Un ogro
fui. No olvidé tamaña pesadilla.
)fui un asesino cuando era más joven...(
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