y cuando la noche se presentaba
demoledora, asfixiante y rutinaria
alguien apareció del brazo de la luna.
Ella tan brillante, tan blanca ella –la luna-.
Él Iluminó la noche y aquel garito
de gente extraña. Se acercó a mí
clavándome su brillo helado cual guadaña.
Me susurró algo al oído,
algo que aún me ronda en la cabeza.
Me propuso darme un beso frío
y yo preferí marcharme en silencio.
No se dio cuenta él, que prefiero
los besos quemando.
No se dio cuenta
que anteayer yo acudía
a ese garito del brazo de un sol ya olvidado.
)jugamos mucho tiempo a buscarnos y en esa búsqueda nos perdimos...(
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