Y me siento como flamante.
Como si me hubiesen parido de nuevo.
Asomando otra vez desde la panza de mi madre,
todo yo inocente, sin haber roto un plato.
Me encuentro limpio
como un vaso recién sacado del lavavajillas.
Es que resulta que tú eres mi detergente.
Desde que llegaste no soy el yo de antes.
Ahora soy el yo de ahora.
Un ser nuevo y radiante.
Ahora sonrío.
Te miro y sonrío.
Me quedo horas observándote
con ese brillo en los ojos como el de antes.
Desde que llegaste me gusta cocinar de nuevo.
Vuelvo a regar las macetas que apunto estuvieron de morirse.
Pongo la música a todo volumen.
Limpio la casa, compro flores, abro las ventanas…
Todo es nuevo desde que llegaste.
Yo tenía razón; me hacías falta.